Xochimilco cuna del ajolote, símbolo de nuestra identidad
- Jesús Valdés
- 20 jul 2018
- 3 Min. de lectura
Su peculiar aspecto, lo ha relacionado con importantes tradiciones milenarias, pues es considerado el hermano mellizo de Quetzalcóatl
Por mucho tiempo se ha creído que el ajolote se encuentra en peligro crítico de extinción, pero lo que en realidad está en riesgo es su hábitat

Por Karla Aguilar
Xochimilco ha sido por años el lugar que vio nacer al ajolote, una especie única que se ha convertido en símbolo de identidad nacional, por su peculiar anatomía y su historia arraigada a las tradiciones mexicanas de las que se desprenden leyendas que le otorgan gran importancia en la forma de vida de nuestros antepasados.
El ajolote es un anfibio endémico de la Cuenca del Valle de México, fue posible encontrarlo en los lagos de Xochimilco, Tláhuac y Chalco; sin embargo en la actualidad solo ha sido ubicado en vida libre, en Xochimilco.
Por mucho tiempo se ha creído que el ajolote se encuentra en peligro crítico de extinción, pues en 2006 se le otorgó esa categoría. No obstante se tiene una idea errónea al respecto, pues lo que en realidad se encuentra en peligro de desaparecer es su hábitat.
Así lo explico en exclusiva para MACRO TURISMO, el biólogo Arturo Vergara, del Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco (CIBAC-UAMX), quien detalló que “el ajolote como tal no tiene ningún peligro de desaparecer porque se puede reproducir en todo el mundo, de hecho hay criaderos sumamente amplios en Asia, Europa y Sudamérica”.
En el caso de México tenemos muchos criaderos e incluso se maneja a nivel comercial, “porque es muy atractivo como mascota o animal de laboratorio”. Por otro lado su hábitat natural se encuentra en riesgo como en el caso de Xochimilco, en donde sus depredadores como la mojarra tilapia, la garza blanca, la pesca ilegal y la contaminación, lo han puesto en peligro.

De acuerdo con el biólogo Arturo Vergara, en México hay hasta 16 especies de ajolote, las cuales cambian según la cuenca en la que nacen, “así como tenemos ajolote en la Cuenca de México, hay ajolote en Hidalgo, en Puebla, el Estado de México o Jalisco”, explicó.
Los ajolotes en general son de color café o pardo oscuro, esto para su protección, aunque en cautiverio existen variaciones claras y albinas, como el llamado ajolote rosado o dorado y su tamaño en promedio es de 15 centímetros, pero llegan a medir entre 30 y 40 centímetros de largo.
Una de las principales características de los ajolotes es su capacidad para regenerar algunas partes de su cuerpo cuando son mutiladas por depredadores en su ambiente natural, por ejemplo, sus patas y su cola, así como células cardiacas o neuronas cerebrales.
Además son carnívoros, comen cualquier animal vivo que les quepa en la boca, como peces pequeños, moscas, lombrices de tierra y renacuajos, entre otros; por lo que su alimentación hace más fácil su cuidado en cautiverio.
Su peculiar aspecto, lo ha relacionado con importantes tradiciones milenarias, pues en la época del Imperio Azteca eran considerados la reencarnación del Dios Axólotl, hermano mellizo de Quetzalcóatl, en ese mismo periodo la especie fue utilizada como alimento, medicamento y objeto de ceremonias rituales.
Cuanta la leyenda que su relación con el dios Axólotl, es porque éste se escondió un par de veces para no ser asesinado y en ambas ocasiones fue atrapado por lo que finalmente, decidió introducirse al agua, donde se transformó en el anfibio.
Gracias a ello, se tiene la creencia de que posee cualidades curativas. Al respecto Arturo Vega, comentó que “es un animal acuático, que su carne es altamente energética, no tiene colesterol, es una carne muy sana”.

Por su alto significado en las raíces mexicanas, se busca preservar a la especie, las tareas del cuidado y reproducción se llevan a cabo en criaderos o en centros como el CIBAC-UAMX, cuyo objetivo es “aportar conocimiento al manejo en cautiverio de especies como el ajolote, que sus hábitats están desapareciendo y tenemos que mantenerlos en cautiverio para seguir conservándolos en México”.
Un ajolote puede llegar vivir en su hábitat natural de 3 a 5 años, mientras que en cautiverio tienen un rango de visa de hasta 15 años, ahí su reproducción incluso puede cambiar su periodo, por ejemplo en el CIBAC, “se reproduce todo el año, modificando las condiciones de luz y espacio”.
“Una de nuestras hembras en promedio pone unos 800 huevos, y depende de los cuidados para que hasta el 90 por ciento de ellos se logre”, detalló Arturo Vergara.
A pesar de que se puede encontrar en otras partes del mundo, esta peculiar especie es símbolo de nuestra identidad como mexicanos, sobretodo cuando se trata de sumergirnos en nuestras raíces.
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